Creo que es indecente lo que está ocurriendo y va a
ocurrir en el ámbito de los servicios públicos sanitarios. Y todo en relación
con los recortes que desde los distintos gobiernos, estatal y autonómico aplican
contra la prestación de los servicios públicos esenciales.
Desde que comencé a trabajar en el HUC, allá por el año
1972, mucho ha cambiado la sanidad pública y lo que ofertábamos a los
pacientes. Porque, a pesar de la “precariedad” en que nos movíamos, tras los
primeros meses y años de apertura del centro, la calidad asistencial y humana
ofertada, distaba mucho de lo que en la actualidad podemos darle a los enfermos
que precisan de nuestra atención.
En aquel entonces, los trabajadores sanitarios, los
empleados públicos de la sanidad canaria, realizábamos nuestra labor sin
contabilizar las horas laborales, sin controles horarios, quedándonos en
nuestro centro sin necesidad de que ningún directivo ni gerente, ni mucho menos
ningún político, nos acuciara con aumentos y ampliación de jornadas, sin
importarnos acudir en horarios nocturnos a resolver situaciones que se
planteaban en el normal y diario trabajo a desarrollar. El espíritu de
colaboración y solidaridad entre los trabajadores y sus mandos era tal que
todos apoyaban y echaban una mano ante cualquier petición de un compañero.
Incluso, había facultativos y enfermeras que vivían en el hospital, en
habitaciones destinadas para ello. Y, al estar presentes día y noche,
trabajaban en lo que se presentara a favor de los pacientes, dando una alta
calidad de prestación médica y sanitaria que toda la isla celebraba y
ponderada. Teníamos una excelencia en nuestros servicios y prestaciones.
Que lejos resulta todo eso si lo comparamos con el
momento actual. Ahora, tras cuarenta años de servicio a los ciudadanos, de
cobertura sanitaria obligada constitucionalmente como derecho a la salud, la
situación es de una lastimosa
indecencia.
Recortes en los presupuestos sanitarios, rebajas en las
prestaciones, copagos farmacéuticos, listas de espera quirúrgicas intolerables,
que en ciertos casos pueden provocar fallecimientos antes de lograr el
tratamiento, pruebas diagnósticas y consultas que rayan la inmoralidad y la
indecencia, servicios de urgencias colapsados, cierres de actividades
programadas de quirófanos, cierres de camas hospitalarias, dilación en la
apertura de hospitales del norte y sur tras décadas de espera, despidos de
empleados públicos, precariedad laboral, rebajas de sueldos y salarios, pérdida
de prestaciones socio-laborales, no sustituciones en bajas laborales y
permisos, aumentos de las jornadas de trabajo y tantas cosas más que no sabemos
ni imaginamos donde acabarán. Todo, al final, contra los ciudadanos. Totalmente
indecente.
Mientras, somos el estado que más políticos tiene por
habitante: 450.000. En Alemania son 100.000;mientras, la suma de empleados
públicos de médicos, bomberos y policías, dan un total de 340.000.
En Canarias, por centrarnos en nuestro ámbito autonómico,
existen 18.000 sanitarios y 2.668 empleados públicos de justicia para toda la
población. En contraposición, el número de Concejales municipales se elevan a
1.440; y 152 Consejeros de Cabildos; y 60 Diputados parlamentarios. Solo ellos
electos por los ciudadanos. A estos hay que sumarles los Viceconsejeros,
Directores Generales, Secretarios y Subsecretarios, Consejo Consultivo,
Audiencia de Cuentas, Diputado del Común, sin contar, además , con todos los
asesores personales que nuestros políticos enchufan a dedo, y que nosotros no
elegimos democráticamente, con lo cual, la hipertrofia institucional es
inimaginable. Y todos cobran del erario público.
Y se sabe que en Canarias los empleados públicos no están
sobredimensionados. Entonces: ¿ por qué
siempre intentan reducir el déficit público en base a los recortes
contra los trabajadores públicos?. Busquen
por otro lado gobernantes….
Lo dicho: de la Excelencia a la Indecencia. No hay más
que mirar ….